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Nada me despertó, ni la alarma. Me levanté tarde y me marché a clase. Cuando llegué a la universidad las clases habían sido suspendidas. Algo había pasado en Madrid, desde Barcelona yo inconsciente.
Estaba a kilómetros, muchos, algo que ojalá muchos hubiesen deseado en ese instante. El instante en que un estruendo ensordecedor reventó la vida de muchos iguales. Un violento y fatal puñetazo en la caja torácica de la ciudadanía, atravesando el corazón de todos, acribillando con metralla de odio los ensangrentados ojos de los que quisieron ver, haciendo más terrible el silencio incomprendido. El más cobarde y cruel acto fabricado por el hombre, haces más daño asesinando a los inocentes que atacando a los responsables y culpables. Y ya no solo a los que volaron fugaces, sino condenando al dolor eterno a los que se quedaron y a los amantes en derredor de los mártires, desgarrados sin la anestesia de una remota despedida a tiempo.

El espanto, el terror, la impotencia y el dolor pesando como toneladas de una lápida sometida con alevosía encima de ti.
No me imagino como lo vivieron, pero yo me estremezco como si me hubiese tocado a mi. A veces pienso que mientras todo pasó, yo dormía lejos.

Una vez leí que 'no importa si las cicatrices no desaparecen, suelen aclarar el lugar de la herida'.

Cruzo cada mañana Atocha, hoy es un día cualquiera, todos hacen memoria. Va por las criaturas que no pudieron defenderse y los que lastimados viven hoy con reveberación la más triste pérdida su amor mutilado. Las víctimas del 11 de Marzo de 2004.

Luz Casal compuso una canción dedicada a las víctimas con sumo tacto en toda su letra, que expresa la enajenación y el rumbo a veces perdido de los que se quedaron, que comparto con vosotros y dice así:

Recuerdo el día que
te fuiste una mañana de invierno
subiste en ese tren
e hicieron de mi vida un infierno
y los besos que entregué
te los llevaste demasiado lejos
Y me despierto en un vagón
ya me he pasado de estación
no me preguntes qué hago aquí
en las entrañas de Madrid
puede que exista una razón
que me robara el corazón, el corazón
Mil noches y una más
tratando de escapar de un mal sueño
oyendo en soledad
el llanto de los ecos eternos
¿Cuánto tiempo ha de pasar
para sentir que ya no estás viviendo?
Y me despierto en un vagón
ya me he pasado de estación
no me preguntes qué hago aquí
en las entrañas de Madrid
en las entrañas de Madrid.