Las personas avanzadas en edad, que quedan con sus preferencias y deleites anclados en vertientes culturales de antaño como la música, no degustan la música que se hace hoy día como la que se hacía en los años de sus juventud. Sus gustos por la música está arraigada a los años pasados y consideran la música de hoy como una basura. Para nosotros (los jóvenes, si me lo permitís) es algo muy distinto, tan amplios son nuestros gustos como amplios son los estilos musicales, desde la música mínimal como la electrónica y así muchas más, y no es necesario recordar que gran parte de ellas poseen una brillantez de sonido que las convierte en obras maestras, aunque no sean respetadas por padres o abuelos. Es muy frecuente opinar globalmente sobre este asunto, extrayendo como conclusión, que ellos sencillamente no entienden la música que se hace hoy, o en cambio, no les gusta sin más.
Cuando me encuentro con críticas que raspan la acidez hacia el arte contemporáneo, que es el arte que se hace hoy día, algunas opiniones me llevan a pensar que aunque seamos jóvenes nuestro coco se arruga y adopta la edad del de nuestros padres o abuelos, porque las obras de hoy día no se entienden. Y como no se entienden, no gustan. Y esto es lo que me sorprende del asunto. La predisposición que se tiene y se toma cuando uno va a ver una obra sea en una feria o galería de arte contemporáneo suele ser la de que se va a ver algo que no se entiende, no se va a comprender, no se puede adivinar el mensaje del artista y por tanto no mola, no gusta, es una basura. Eso mismo, piensan nuestros padres sobre la música de hoy.
Sin embargo, cuando saltamos de bote en bote con una canción de Prodigy, o nos estremece una canción de Radiohead, no estamos tratando de entender nada. Sencillamente la sentimos, nos estimula, porque así son los sentidos y así funciona nuestro cerebro, pero no tratamos de entender, nadie trata de descifrar la música incluso muchas veces no nos interesamos de saber que quiere decir la letra de la canción que está en otro idioma. Al igual que la música tiene su propio lenguaje que ha ido desarrollándose a compás de los tiempos, el arte también posee su propio lenguaje, y también ha ido desarrollándose con el tiempo. Hoy parece que a todos les gusta una pintura porque ven en ella cosas que saben reconocer, reconocer algo que conoce de la realidad pero pintado en una pared. Algunos hasta creen que la entienden, y no, créanme que no la entienden. Pero es poco frecuente encontrar a gente que se atreva y se lance simplemente a ver el arte de hoy como escuchan la música de hoy.
Muchas veces me he encontrado con el debate y el reproche de "¿Por qué entonces no enseñan a la gente a entender el arte?" Ah, ¿acaso te enseñaron a entender la música? Sabemos abrir muchas capacidades nuestras sin que nadie nos enseñe. Por otro lado, el hecho de que siempre haya mierdas, truños y cosas que no nos gustan siempre lo hubo y siempre lo habrá. La gente en su mayoría, lo que hace es llamar truños cosas que son del arte contemporáneo, y no arte contemporáneo cosas que en realidad son truños. Y eso se hace por lo que he explicado aquí. La comparativa entre la música y el arte contemporáneo es un tanto odiosa, pero sirve como ejemplo para dar mi opinión acerca de cómo interpretamos la relación entre nosotros y lo que nos llega a través de los sentidos. Parece que nos mola lo que llega por el oído, aunque no lo entendamos del todo, pero lo que nos entra por la vista lo tengo que entender casi obligadamente, si no, nada de nada. ¿Podríamos también tratar de ver al arte contemporáneo así?. Por tanto, este comentario quiero meterlo aquí como la cuña que hace de tope de una puerta que está haciendo mucho ruido, y ese generalismo en el que "arte contemporáneo es sinónimo de mierda" no lo acepto, pero también quiero dejar muy claro que estoy completamente de acuerdo en que hoy en el arte contemporáneo hay truñazos, bajo mi opinión.
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