Y en medio de los torbellinos que arrastran el ácido hasta la boca, te das cuenta de que somos violentos, lo somos, un país donde existió el terrorismo hasta hace muy poco, que coleteaba tras una dictadura donde abrir la boca era jugársela, una país donde las cosas prefieren solucionarse con la facilidad de las hostias antes que con la virtud del diálogo, una país donde el alto índice de la violencia de género (cualquier índice es alto) nos sitúa en un puesto muy atrasado, dónde la mano suelta de las porras se establece como medida ajustada contra la manifestación pública del malestar de la nación, donde también torturamos a las bestias con cuernos sobre el albero, aunque sea tradición, pero torturamos, y donde se deposita la fe en una doctrina religiosa cual icono de los sublime es el sádico cuerpo ensangrentado y muerto en una cruz.., y así un buen puñado de ejemplos más.
Somos violentos, lo somos, está en el ambiente, es la prueba fehaciente de que ver la sangre afuera es la manera que tenemos de medir la mesura de las cosas..
Solo es una reflexión.
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